Las palabras crean mundos...

martes, 17 de noviembre de 2020

El texto descriptivo

"Era una joven de singular belleza, y tan alegre como amable..."
 Se ha dicho muchas veces que describir es pintar con palabras. La descripción es una clase de texto que recuerda a la pintura y a la fotografía, pues intenta reproducir la realidad. Así como un pintor utiliza su paleta de colores, y el fotógrafo la cámara, el escritor pinta o fotografía a los personajes, los objetos, los ambientes... con PALABRAS. Describir es contar cómo es una persona, un objeto, un lugar, un sentimiento, una emoción.






Clases de descripciones

Podemos realizar dos tipos de descripciones: objetivas, cuando nos limitamos a describir lo que percibimos por los sentidos, y subjetivas, cuando mostramos nuestras sensaciones, emociones y sentimientos ante lo que estamos describiendo. Os dejo algunos ejemplos.


LA ESTACIÓN DE TREN

Descripción objetiva 

La estación no es muy grande, en la entrada a la derecha está la taquilla con el señor Juan, el taquillero de toda la vida.

El suelo es de baldosas blancas que con el paso del tiempo se han vuelto amarillentas, el par de bancos son de color azul desgastado; las paredes blancas, recién pintadas.

En el exterior del pequeño edificio se pueden observar dos partes, delante de la vía principal, cuatro bancos apoyados a la vieja fachada. Más a la derecha, hay una pequeña plaza con dos árboles y una fuente.

Las vías se ven viejas, gastadas. Unos metros más a la izquierda se encuentra la pasarela para cruzar a la segunda vía, sólo unos pares de listones de madera son su estructura.

En definitiva, una vieja estación

Descripción subjetiva

La estación no es muy grande pero lo suficiente para el pueblo. En la entrada a la derecha se ve la vieja taquilla que ha vendido cientos de billetes a pasajeros de tren. Dentro trabaja el viejo señor Juan, un hombre apasionado y dedicado a los trenes y ferrocarriles, un hombre simple pero amable, inspira confianza.

El suelo reflejaba el paso del tiempo, el paso de tanta gente, ha perdido su color blanquecino, para convertirse en un gastado color amarillento. El par de bancos situados al fondo del recinto han soportado todos los viajeros, gente que solo venía a pasar el rato y también ha servido de cama para mucha gente que no tenía dónde dormir. Las paredes quieren ocultar el paso del tiempo con su color blanco recién pintado.

En el exterior del pequeño edificio se observan los bancos, apoyados en la fachada y en frente de las vías, han visto todas las tristes despedidas y las alegres llegadas de viajeros. Más a la derecha, una pequeña plaza con dos árboles y una fuente en medio, un lugar para jóvenes y abuelos, para solitarios y para enamorados.

La pasarela para pasar de una vía a otra, está hecha de maderas, simples maderas que han sido pisadas por cientos de personas para pasar de un lado a otro.

En definitiva, una vieja estación testigo del paso de trenes, viajeros y muchas historias: un lugar de encuentro.



EL CAFÉ

Descripción objetiva

Este local albergaba el café del pueblo. Las paredes son de color blanco y el suelo combina baldosas negras y blancas. A la izquierda se puede ver la barra que mide 5 metros, delante se conservan siete taburetes de madera. En la estantería permanecen alineadas botellas de vino y de licores.


Las mesas están dispuestas frente a la barra. Son rectangulares, el tablero es de mármol blanco y las patas son de hierro. Rodean cada mesa cuatro sillas tapizadas con tela roja.

En el fondo del local y a modo de decoración podemos observar tres botas que habían almacenado vino.

Descripción subjetiva

Este local albergaba el café. Sus paredes han sido las páginas en blanco donde se ha escrito la vida del pueblo y su suelo es un ajedrez acabado en jaque mate. A la izquierda, la barra larga ha unido conversaciones, vecinos e incluso algunos amantes. En sus altos taburetes se han sentado los más apasionados forofos del fútbol y los lectores más afamados de noticias. En la estantería las botellas de vino y de licores esperan, aguardan una última oportunidad para entablar conversación.

Las mesas esparcidas frente a la barra, escuchan expectantes el silencio. Su mármol está frío, sus patas las elevan sobre el vacío. Ya nada acaricia su superficie y ansiosas esperan las caricias de las fichas del dominó o quizá, con más suerte, el contacto de una suave tela verde. Las sillas alisan su tela roja, quieren, coquetas, estar guapas para acoger a sus invitados.

En el fondo del local observan atónitas tres botas de vino estériles, inútiles, abandonadas.